El primer ministro sueco, Stefan Löfven, dimitió, tras siete años en el cargo y debilitado por una crisis política desde mediados de 2021. Su sucesora sería la ministra de Finanzas, Magdalena Andersson, hasta las elecciones a celebrarse en septiembre del año próximo.
El socialdemócrata, quien anticipó en agosto pasado que abandonaría su puesto en noviembre, un año antes de las elecciones, le entregó su carta de renuncia al presidente del Parlamento, Andreas Norlen.
«Bueno, aquí estamos de nuevo», le dijo Löfven a Norlen mientras se sentaba a tomar un fika sueco (café y galletas).
Andersson, elegida a principios de noviembre en la dirección de los socialdemócratas en reemplazo de Löfven, debería sucederlo como jefa de Gobierno, a condición de que obtenga el voto favorable del Parlamento, en una fecha que todavía no se ha fijado.
De conseguirlo, Andersson, de 54 años, se convertirá en la primera mujer en acceder al cargo, lo que suena casi anacrónico en un país que durante mucho tiempo defendió la igualdad de género.
Para ello, debe asegurarse el apoyo conjunto de sus aliados ecologistas y de los partidos de Izquierda y Centro.
Los centristas adelantaron que respaldarán a Andersson, pero los izquierdistas aún no confirmaron lo que van a hacer.
El cambio de mando de los socialdemócratas se produce cuando el partido se acerca a sus índices de aprobación más bajos y a menos un año para las próximas elecciones, que se celebrarán en septiembre de 2022.
La oposición de derecha, liderada por los conservadores moderados, se acercó en los últimos años a los demócratas suecos antiinmigrantes y espera gobernar con su respaldo.